domingo, diciembre 07, 2025

¿NOSOTROS? ¡NUNCA!


























          Nada más peligroso que un mono empuñando una hojilla. Bueno… debo decir que estuve convencido de ese refrán hasta que comencé a tener visión crítica, y empecé a entender el fardo de embustes que son los políticos. En particular, aquellos que se proclaman portavoces de la esperanza humana, de las minorías desfavorecidas –porque eso de la clase obrera es un cliché pasado de moda–, de las víctimas del heteropatriarcado. De ahí en adelante cuanta faramalla pueda usted imaginar. Y se ha de quedar corto, cortísimo.

          Es un filo de navaja por el cual transitar con sendos abismos a los lados. Los señoritos de la derecha, de esta parte, y los tabernarios, calzados de Ferragamo y vestidos de Channel, a la otra. Los primeros apenados hasta del aire que respiran y, cara de chupacirios incapaces de reivindicar un logro, así sea el de haber podido comulgar a escondidas el domingo en catedral. Eso sí, el gesto compungido de sacristán chapucero no lo sueltan ni por el carajo, basta con observar a Feijóo en España, o recordar lo que fue Rafael Caldera en Venezuela.  Aquellos que se supone si saben plantarse a reclamar sus logros, más parecen una versión edulcorada de Luis Candelas es España, o de Boves en los llanos de Venezuela.

          Los otros son unos malandrines de toga, birrete y navaja desenfundada. No cesan de atormentarnos con los logros que alcanzarán cuando lleguen al poder, y de cómo el Paraíso será un erial al lado de lo que ellos van a construir para el “Hombre Nuevo”. ¿Mejor ejemplo que Fidel Castro? ¿Acaso no lo han corroborado Hugo Chávez y Nicolast Maduro? ¿Dónde dejamos a Pedro “plagio” Sánchez en la atormentada España?  Pese a todo ello, usted los ha visto, o los ve, sacando pecho y engolando la voz para negar cualquier imbecilidad en la que han sumido sus tierras.

          Mire, señor Sánchez, que su ministro anda de putas con unas rumanas… Raudo, como un Peugeot responderá: “¿Nosotros los socialistas? Somos gente seria, comprometida e incapaces de una perversión de semejante naturaleza. ¡Nunca! Creo que hace esa presunción porque trabaja para un instrumento de la fachosfera”.  En Venezuela ni a eso se puede llegar. ¿Quién atina a preguntarle a Maduro si es verdad que le ofreció a Trump hasta el modo de caminar cuando hablaron? Antes de una hora está en la plaza Bolívar colgado por las orejas y con un cartel para que todo el que pase lo escupa. ¿Alguien podría preguntarle a Diosdado si es verdad que él se robó la cantina de su cuartel mientras era teniente? Lo menos que le toca es el mazo de supositorio.

          Tampoco es que estos infelices están descubriendo el agua tibia. Se han dedicado a copiar un modelo que les funcionó de maravilla a sus ídolos. Trataré de ser lo más breve que el tema lo puede permitir, tampoco esta es una clase.

          La muy dolorosa Guerra Civil que desangró España es una muestra por excelencia. Los zurdos, haciendo honor a su condición siniestra, fueron calentando el ambiente y comenzaron a joder a Raimundo y a Segismundo, muchas veces matándose entre ellos mismos. Pero pocos episodios se magnificaron tanto como el terrible bombardeo a Gernika en el País Vasco. Todos los voceros aseguraron por décadas que hubo más de 1.600 muertos. Y no trato de reducir la bestialidad de dicho evento. Sin embargo, diversos estudios realizados revelan que, sumando los cadáveres encontrados en los caminos, y los heridos trasladados al hospital Basurto donde luego fallecieron, hay un total de 126 víctimas identificadas con nombres concretos.

          Otro par de serafines, Hitler y Stalin, dos hijos de su bendita madre que acabaron con medio planeta, pero el austríaco es quien ha cargado con el, bien ganado, desprecio del mundo.

          No son pequeños los esfuerzos para esconder lo que significó el pacto inicial de estos dos sátrapas, firmado días antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Cuando al bigote mocho se le cruzaron los cables del entendimiento y decidió invadir la unión de repúblicas soviéticas –URSS–, se acabó lo que se daba. Es por lo que ahora solo se habla de los millones de víctimas del nazismo, pero nada de aún mayores cifras de muertos de Stalin entre sus propios paisanos.

Décadas más tarde, el otro ídolo zurdo Mao Tse-tung, ahora rebautizado por los eruditos como Mao Zedong, durante su grandioso Gran Salto Adelante, entre 1958 y 1962, produjo decenas de millones de muertes. Y a callar de que eso no se habla. ¿Dónde dejamos las célebres 10 millones de toneladas de azúcar que Fidel proclamó que Cuba produciría en 1970?

En Venezuela las promesas de Chávez, mantenidas por Maduro con un velo místico a lo Sai Baba, no quedan lejos. Por supuesto, la vocería progresista nada dice de los millones de venezolanos que debimos abandonar el país ante las amenazas, o por el mero instinto de supervivencia, porque ni que echarle al buche conseguían.

El coro de cotorras funcionales, que ni escribir sabe, se mantiene entonando el mantra del bloqueo, raíz, razón y causa de la miseria en Cuba y Venezuela. Es el malhadado imperialismo que atenta contra la autodeterminación de los pueblos. Mientras tanto, Maduro aparece en televisión con relojes costosísimos y anillos con enormes esmeraldas. A la par, el asqueante Zapatero sigue haciéndole el trabajo de lavarle la cara, sin dejar de recibir los beneficios de la mina de oro que le regalaron los hampones criollos.

La poesía es el eterno salvavidas que hace salir del desconsuelo. Ante este muladar recuerdo al poeta Antonio Colinas: “Esquilo lo vio todo con sus ojos / y en dos versos resumió la historia: «¿Atenas, la ciudad, es arrasada? / ¡Sus hombres han quedado, Atenas dura!».  Venezolanos y españoles hemos quedado, gente del mundo permanecemos; España, Venezuela y el mundo duran.

 

© Alfredo Cedeño  




domingo, noviembre 30, 2025




MAROMEROS SIN COMPÓN

 

          Las contorsiones, rayanas en malabarismos en una cuerda sin malla de prevención abajo, son una característica, casi razón de ser, de la casta política. Uno contempla los hechos y no sabe si reírse, indignarse hasta el paroxismo o llorar de tristeza e impotencia.  Debo acotar que también en el llamado mundo cultural es un fenómeno bastante evidente.

          Pienso en Octavio Paz y sus tempranas simpatías marxistas. No de gratis fue funcionario del gobierno nacionalista mexicano; para luego convertirse en un duro crítico del autoritarismo en todas sus expresiones. Recuerdo su muy digno gesto de renunciar a su cargo de embajador ante la India a raíz de la masacre de Tlatelolco, y plantando al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.

          ¿Cómo dejar de nombrar al cubano Reinaldo Arenas? Fue un temprano simpatizante de la revolución antillana; la misma que luego lo maltrató de forma insólita. La plaga castrista-guevarista no encontrando más argumentos ante la calidad de su obra, lo acusó de maricón para marginarlo. Terminó en el exilio y con lucidez retrató en unos de sus versos el drama de su país: “Sé que más allá de la muerte / está la muerte, / sé que más acá de la vida / está la estafa…” .

          En cuanto a la política, como es habitual, las volteretas han sido grotescas a veces. En estos días la estrella en tales menesteres es el capo español Pedro Sánchez. En el año 2018 le soltó al entonces presidente del gobierno ibérico: “Ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón, se viene a asumir responsabilidades políticas”. Ahora, con gesto de matón de esquina, se limpia las entrepiernas ante todos los casos que le tocan más que de cerca.

          Otro que tampoco escapa del patrón y sigo en territorio hispano, es el nuevo ídolo de multitudes Santiago Abascal. Ha salido hasta el cansancio con aquello de una mejor manera de ejercer la política, de la necesidad de abordar decentemente el oficio público.  Y por ahí sigue la cantaleta.  Sin embargo, hace poco el periodista Marcos Ondarra reveló que una cuenta anónima, pero muy activa, en redes sociales, @eljudiodevox, es una triquiñuela del partido abascalense. El perfil señalado se dedica con particular saña a atacar a Iván Espinosa de los Monteros, Juan García-Gallardo y Alvise Pérez, entre otros. Ondarra señala a Fran Bouzas, en franca relación con el nuevo miembro de la casta zángana española, como el vocero oculto de las campañas de desprestigio contra los rivales políticos del grupete de Abascal.

          Si nos venimos a suelo patrio, como gustan de decir, con gesto solemne y voz engolada, tirios y troyanos, las muestras son más profusas que la verdolaga. Jesús Ángel Paz Galárraga, es el primero que recuerdo. Hombre de amplia presencia en nuestro escenario: fundador de Acción Democrática, preso político y exiliado de la dictadura perezjimenista. Luego de la restauración republicana en Venezuela ocupó el cargo de secretario general del partido que había fundado. Esa posición la desempeñó durante los años más duros del enfrentamiento con las guerrillas. Más tarde se marchó de AD para crear el partido de izquierda Movimiento Electoral del Pueblo. Aquel que había sido vocero de la “derecha criminal” pasó a ser representante de la “izquierda redentora”.

          También está el caso inverso de Germán Lairet. Este político sucrense fue miembro del Partido Comunista Venezolano, fiero defensor de la lucha armada en los años 60. Era recibido con alfombra roja en Cuba y por el propio Fidel Castro. Él mismo mostraba con orgullo fotografías de lo que escribo. Luego, al fundarse el Movimiento al Socialismo, fue su primer secretario de organización. Más tarde se convirtió en el jefe de la fracción parlamentaria de la tolda naranja, hasta que en 1984 fue destituido. Le faltaron alas para volar al regazo del adeco Jaime Lusinchi y ser nombrado embajador en Yugoslavia. Años después sería ministro del trabajo de su antiguo profesor universitario Rafael Caldera.

          Son pinceladas, tenues, además, de lo que ha sido, y es, la consistencia en la casta política y cultural en cualquiera que sea su espacio. ¿Quieren ustedes a mayores y mejores consentidos que toda la intelectualidad criolla durante la mal llamada Cuarta República? No creo necesario abundar sobre cómo sus más conspicuos representantes han dado muestras de apoyo “insobornable” al proceso de Chávez. 

Contadas las excepciones. Es el caso del muy querido y admirado Rodolfo Izaguirre. Él, a sus largos años, todavía encuentra fuerzas para sentarse a regalarnos frases como “Descubrí a tiempo que detrás de la ideología marxista no hay cultura que valga; tampoco hay ideas, sino ciego fanatismo, odio y rencor…”.

          Mientras tanto, las castas siguen dando volteretas de niñas enloquecidas por las fiestas que disfrutan. Para ellas no hay responsabilidad alguna, ni actuación que las satisfaga más que su propio goce irracional.

 

© Alfredo Cedeño  



domingo, abril 13, 2025

OPORTUNISTAS Y ESCARAMUZAS


Hay un consenso general en torno a la definición de político, que bien podría resumirse en que es aquel que se dedica a la gestión de la cosa pública. En abundantes ocasiones, cual si de un viejo disco de acetato se tratara cuando se queda fijo en un surco, se afirma que es condición indispensable para incursionar en tales menesteres poseer olfato y un inmejorable sentido de la oportunidad.

Es innecesario explayarse en cómo esa última palabra ha sufrido una asqueante metamorfosis, para convertirse en oportunismo. De allí que este oficio ha devenido en una casta, con pretensiones de nobleza, a la que todo le es permitido. Y no es nueva la mencionada jodienda. Ya Shakespeare en Enrique V, pone en boca del rey, justo antes de la batalla de Agincourt, al dirigirse a su tropa y clamar: “somos pocos, somos pocos los felices, somos una banda de hermanos; y aquel que hoy derrame su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que haya sido…”.

Es un cuento de nunca acabar. Cuando se les atrapa en alguna de sus trapacerías suelen invocar su castidad y pureza, proclaman una virtud y honor que ni las estrofas del himno nacional. Se les ve recibiendo fajos de billetes, sus compañeros hacen una pantomima de expulsión, abjuran de él, pero al poco tiempo se le ve de nuevo, con cara de querubín maltratado, sacrificándose por el glorioso pueblo. ¿Verdad Juan Carlos Caldera?

Y así, por mentar solo una de las tantas variaciones de las encrucijadas políticas, vemos cómo se dedican a ponerse zancadillas entre ellos. Sin embargo, es menester aclarar que también usan lavarse las caras unos a otros. Bien podrían preguntarle a Carlos Vechio y al señor López sobre sus gestiones para exonerar al sobrino de doña Cilia de ciertas sanciones.

A tan honorables servidores públicos, que no hay sacrificio al que no estén dispuestos a someterse, les resulta inaudito, verdaderamente insólito, algo que les deja estupefactos, que pueda haber quienes cuestionen su desprendida vocación de servicio. Ni José Gregorio y Carmen Rendiles llegaron a dar tales muestras de entrega y beatitud.

Ellos, al igual que el puerco Napoleón, el de Rebelión en la granja de George Orwell, han reescrito los cánones que nos rigen. Por eso podemos leer como hizo el burro Benjamín aquello de: TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS.

© Alfredo Cedeño 



domingo, marzo 23, 2025

MISOGINIA EN ACCIÓN




          1975 fue una montaña rusa de emociones y experiencias. En febrero murió la vieja Elvira, mi abuela, mi consentidora sin condiciones, la que montaba en cólera si mi madre se atrevía frente a ella a castigarme. Sus atenciones y mimos todavía me hacen falta. Hay amores con los que mueres, aunque no lo creas.

          Empezando abril escapé por los pelos de ser detenido por una comisión de la entonces recién estrenada Dirección de Inteligencia Militar, aunque muchos seguían llamándole SIFA. Ellos habían capturado al poeta Jorge Chirinos Mondolfi, a la sazón director del Ateneo de El Tigre en aquellos días, lo encerraron en un calabozo de la policía local y salieron a buscarme. Yo estaba con los integrantes del grupo teatral Ultimátum, que habíamos creado Jorge y yo, ensayando nuestro próximo montaje. Allá llegaron a avisarme, y me fui a la comandancia policial. El oficial a cargo me dijo que no lo podía ver porque solo los miembros de la comisión de inteligencia militar estaban en capacidad de permitirlo. “Si quieres espera ahí” 

          Salí y me senté en un borde del edificio. A los pocos minutos pasaron unos muchachos que se nos habían estado acercando de manera persistente, “vamos a ver qué podemos hacer juntos”. Jorge siempre les respondía: “Si Claro, en cualquier momento”

Él después me explicaba que ellos eran de los Comités de Luchas Populares. “Esa es la gente de Bandera Roja, y yo no tengo ganas de meterme en más vainas. Además, que ellos son como los mormones, se toman todo demasiado en serio…”

Esta vez, ellos iban en un viejo Volskwagen, al verme frenaron en seco, retrocedieron y me llamaron. Al acercarme me agarraron por el cuello, me metieron al carro por la ventana y arrancaron.  Lo primero que escuché fue: “¿Tú estás loco carajito? ¿Qué haces ahí? Están allanando medio Tigre buscándote y tú te vienes a la boca del lobo. O tienes las bolas cuadradas o eres un soberano pendejo.” Por supuesto, lo segundo.

          Empezaron a explicarme lo que pasaba, y por qué el DIM había detenido al poeta y me estaba buscando. Resulta que a ciertos “godos” del pueblo, encabezados por José González, boticario del poblado, y presidente de la directiva del ente cultural, le disgustaba cómo nos habíamos dedicado a manejar las actividades de este centro. Por ello movió ciertas teclas, y ya que Jorge no quería renunciar al cargo, en el que apenas llevaba 3 meses, pues que nos sacaran presos.  

          Uno de esos muchachos trabajaba en la recepción de un hotel de El Luchador, fuimos allá y me escondieron en el cuarto de la ropa sucia: “No salgas por nada, métete debajo de aquel cerro de sabanas sucias, y sales solo si yo te llamo. Si oyes abrir ni respires.” Y cerraron la puerta.

Me fui al montón de lienzos, sabrá Dios impregnados de qué fluidos. Busqué algunos que no hedieran mucho, me cubrí y me dediqué a esperar. A las tres horas abrieron la puerta y pude ver un haz de luz recorriendo toda la habitación. “Aquí no hay nada, ese carajo sabrá Dios dónde se habrá metido, pero deja que lo encuentre.” Y cerraron. Horas más tarde escuché abrir y mi amigo: “Alfredo, apúrate.” Y nuevamente me trasladaron.

En tres días esta gente me había ayudado y estaba en Caracas, y gracias a Luis Britto García y Salvador Garmendia, en contacto con José Ramón Medina, entonces Fiscal General de la República, quien de inmediato se comunicó con la fiscalía del estado Anzoátegui, ordenó fueran corregidos todos los vicios legales del caso.

          Meses más tarde estaba en La Vega, Caracas, tentado por la posibilidad de incorporarme al trabajo de alfabetización que realizaba allá un grupo de amigos. La mayoría vinculado con la Compañía de Jesús. Fui acogido por Rafael e Ivonne un matrimonio muy joven que vivía por la parte trasera del autocine. Las labores educativas, en realidad más de activismo político, fueron mutando a una velocidad de vértigo. Y un día un grupo de damnificados de esa parroquia se declaró en huelga de hambre, exigían que el Estado le diera un trato digno a su condición. Con ellos estaban dos jesuitas: José Ignacio Angós y Cornelio Quast, lo cual le dio cariz noticioso a la humilde protesta.

          Angós había sido plomero en las construcciones del Parque Central en Caracas, así como en Sidor, Ciudad Guayana. Era gobernador capitalino Diego Arria, quien se había ocupado de evitar todo aquello que pudiera empañar la imagen del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Con gran torpeza política ordenó a la Policía Metropolitana allanar el local donde Angós, Quast y creo recordar también a Santiago Arconada, yacían junto a un grupo de damnificados. Al cura lo trasladaron al Hospital Vargas donde le mantuvieron incomunicado varios días.

          Si la memoria no me falla dos semanas después del desenlace de todo esto se hizo una reunión evaluativa de lo ocurrido. Allí estaba Cornelio y Chabela Torres, quien luego sería su esposa; también Julio, un español de Ruptura, cara legal del grupo de Douglas Bravo, que leía a toda hora, incluso mientras comía, y quien dio la sensación de tratar de pescar en río revuelto, pero que la gente de los CLP junto a Santiago Arconada terminó orillándolos. Deben haber estado, aunque no logró afinar mis recuerdos, algunas de las monjas de la congregación Santo Ángel de la Guarda, tal vez Tania Díaz o Isabelita Sánchez.

          Otro que recuerdo en esa reunión es a “Pataruco”, de quien nadie sabía su nombre real. Sería en el año 2004 cuando me enteraría que se llamaba Rafael Venegas, y llegaría a ser secretario general de Bandera Roja. Algunos de nosotros, conmigo a la cabeza, por supuesto, hacíamos befa de la seriedad con la que él abordaba todas las discusiones. No había concesiones, todo lo explicaba con aire clerical; lo cual contrastaba con la actitud muy maracucha del entonces aspirante a jesuita Cornelio Quast, cuyas intervenciones rebosaban de humor, no exentas de profundidad.  

          En esa ocasión me encargaron que llevara el acta de la tertulia. En varias hojas fui tomando minuciosamente nota de cada una de las intervenciones. A eso de las dos de la tarde se dio por concluida y todos salieron por su cuenta. Yo tenía previsto ir a la casa de mis padres en Caraballeda para pasar en limpio en mi vieja máquina Underwood todo lo apuntado.

Al salir de la casa de Rafael vi bajar por una escalera a un hombre revólver en mano que traía a otros dos por delante: “Mira tú, dame tu cédula.” Fue cuando detallé que, al lado de la corbata grasienta y la camisa desteñida, portaba una credencial de la PTJ. Todavía no sé cómo pude controlar mis esfínteres. Me recuperé, caminamos hasta una vieja patrulla de ese cuerpo policial, uno de esos mastodónticos Fairlane 500, y nos apretujaron junto a otros detenidos en la parte trasera.

          Mi angustia era que cargaba todas las notas de la reunión que se acababa de celebrar. Y en medio de aquella barahúnda de cuerpos comencé a comerme los papeles. El vehículo llegó hasta un autobús de la policía judicial, donde nos empezaron a trasladar. En el último momento, agarré las hojas sobrantes, unas cuantas todavía, y las embutí entre los cojines traseros de los asientos.

          En ese tiempo un gran amigo, Alberto Berroterán, siempre de muy bajo perfil, y miembro de un grupo que en 1976 se convirtió en la Liga Socialista, venía haciendo conmigo una discreta labor de reclutamiento. Creo que terminó por entender que no soy de amos ni ideologías y me dejó a mi aire. 

Lo menciono porque ese día se dirigía a visitarme; lo vi por la ventana, lo grité y le pasé un papel con un número telefónico que todavía recuerdo: 424001. “Llama ahí, pregunta por el cura Martínez Terrero y dile que me detuvieron y vamos a la comisaría de El Cementerio.”  Se fue como una saeta, y cuando finalmente arrancó el colectivo iba como si de una lata de sardinas se tratara.

          Uno de los momentos más emocionantes y tranquilizadores de mi vida fue al llegar a la sede policial. En la puerta estaba el Volskwagen del cura Chepe Martínez Terrero…  Al distinguirme, no sé cómo, en la ventanilla, se bajó y fue a hablar con el detective de la puerta. Atiné a escuchar: “Padre, ya se lo dije, no puedo hacer nada, porque ya está aquí y tengo que realizar el chequeo de antecedentes, pero le prometo que serán los primeros datos que haré comprobar.” Mi paz se mantuvo imperturbable. Fueron varias horas y casi a medianoche oí mi nombre, salí a la puerta del corralón donde nos tenían, me entregaron mi cédula, me dieron un cogotazo y me dijeron: “¡Deja de meterte en vaina zángano!”

          Recuerdo el abrazo que le di a Chepe. Nos montamos en su carrito y me preguntó a donde quería ir. “Será a La Vega, pero a la comunidad, porque Rafael e Ivonne deben estar rendidos.”  Y a la casa de los curas, en la parte alta del barrio fuimos a tener. 

          Todos estos recuerdos se me alborotan cuando leo de los ataques reiterados del hijo ilustre de Monagas, ese que le encanta apropiarse de los periódicos y hasta de las cantinas en su época de cadete, contra esa muchacha de acero que se llama Sairam Rivas, y militante de Bandera Roja. Leo las publicaciones de ella y me parece oír de nuevo a “Pataruco”, esa verticalidad que roza la ingenuidad, que proclama una pureza que pensaba ya extinta.

El hombre fuerte, al que acusan de esfínteres débiles cuando de situaciones críticas se tratan, usa su show arrabalero, ese que llaman Con el Mazo Dando, para amenazarla con la Operación Tun Tun.

          La falta de hidalguía, la absoluta ausencia de caballerosidad, la inexistencia de pundonor, son cosas que todavía no logro entender. ¿Cuándo se abandonó el respeto a la dignidad del adversario? En qué momento nuestro país pasó a ser una réplica de aquella república que Boves y sus bandoleros soñaron, siempre será un incógnita a despejar…

 

© Alfredo Cedeño 


domingo, marzo 16, 2025

CASTA SECTA





          He sido, y soy, un crítico feroz de los políticos, en particular de los venezolanos. Creo que seguiré siéndolo, sus actuaciones no dejan otra opción. Son una secta que se ha convertido en una casta al amparo del trabajo de la nación. El tiempo, ese implacable juez que termina condenando a todos, suele poner a cada uno en el lugar que le toca.

          Una particularidad que caracteriza a esa fauna es su cara imperturbable ante cualquiera sea la situación. Son expertos jugadores de póker que mantienen un gesto adusto e inmutable.  Sea cual sea la barbaridad que digan o cometan, lo podemos ver en breve afirmando justo lo contrario. Cuando los sorprenden en el embuste, contradicción le llaman los catedráticos, la primera salida es acusar a los periodistas de haber manipulado lo que trató de manifestar. Al demostrarse que no es así aseguran con gesto de vestal ofendida: “Las condiciones han cambiado, y solo un estúpido no modifica su pensamiento”.

Y así se nos ha ido la vida. Los podemos ver llevando una existencia feliz. Comen, viajan, gastan, compran, joden, todo a costilla del quehacer político. Ninguno, léase bien; NINGUNO, vive de otra cosa que no sea de los negocios a expensas del erario. Ellos pasean felices y al paisano de a pie solo le queda estirar una mano mendigando.

Podrían llenarse miles de hojas con las jugarretas de esta gente que, invariablemente se ha dedicado a atiborrar sus faltriqueras, y la de toda la corte de lambiscones de los que suelen rodearse.   

Y siempre, siempre, siempre, entonando el mantra de su sacrificio por el bien de la nación.  No olvidemos que junto a ello exigen un absoluto vasallaje de la ciudadanía a cada uno de sus desbarres. Cuando alguien los emplaza suelen ofenderse. Ante cualquier desastre achacan al electorado de su mala elección.

Mientras tanto ellos siguen en su cuchipanda desenfrenada, son de apetito pantagruélico. No son extraños los casos como los de Juan Carlos Caldera, quien siendo diputado de Primero Justicia y representante de esa tolda ante el CNE, apareció en un video recibiendo fajos de billetes. Luego de su respectiva cuarentena, y silencio de rigor, por ahí sigue buscando una teta que ordeñar.

Debe decirse que él no es un extraterrestre, para nada, él es la manifestación por excelencia de nuestra secta política. En las elecciones legislativas del 1998, cuando todavía existían dos cámaras en el Congreso de la República, los principales partidos obtuvieron 33 senadores de 54 que constituían la del Senado. El partido de Chávez 8. En Diputados, lograron 114 de 207 y Chávez 35.  Pese a ello, e invocando el espíritu “político” A las fuerzas de la barbarie se le otorgó la presidencia del Senado, y al señor Capriles Radonski la de Diputado.

          En diferentes conversaciones privadas era común escuchar, palabras más o frases menos, algo así: “Eso no es nada, la institucionalidad no podrá ser atropellada por ese patán. Además, ¿quién sabe a la hora de las chiquitas cómo se maneja el aparato estatal? Está en nuestras manos, le guste o no.”

          Y así vimos el miércoles 16 de diciembre de 1998 a Raúl Pinto Peña, Enrique Ochoa Antich y Viviana Castro, integrantes de la Junta Directiva de la Fundación para los Derechos Humanos, introducir ante la otrora Corte Suprema de Justicia un escrito en el que asentaban: “...ha sido propósito nacional, recurrentemente propuesto producir una profunda reforma de nuestra Constitución.”  

Fue como dieron piso legal a la bendita Asamblea Constituyente del nunca bien denostado comandante intergaláctico.  En un gesto de clara alcahuetería Cecilia Sosa Gómez el martes 19 de enero de 1999 firmó la sentencia que daba luz verde a la Asamblea Constituyente chavista.

          Al poco tiempo surgieron voces como las de Jorge Olavarría, que el lunes 5 de julio de 1999, en su discurso como orador de orden en el aniquilado Congreso Nacional, al conmemorarse los 188 años de la Independencia de Venezuela, afirmó: “Estas no son las amenazas de un reformador que se niega tercamente a ser reformado. Son los anuncios de un destructor”.

Y la casta de nuevo reaccionó. La ya citada Sosa, por aquellos tiempos todavía presidenta del máximo tribunal venezolano, abandonó tempestuosamente, en medio del discurso del orador de orden, el hemiciclo mientras manifestaba su indignación ante el irrespeto a un acto solemne…

Otro que se rasgó las vestiduras fue Henrique Capriles, quien al finalizar el acto rechazó el discurso y se opuso a la solicitud de Olavarría en su propuesta de enjuiciar al jefe del Estado.  Además de ello lamentó mucho que se hubiera utilizado la tribuna del Congreso de la República para un discurso que no era cónsono con la fecha que se celebraba y “pidió disculpas a la población venezolana”.

Son, como decía mi padre, el mismo negro con diferente cachimbo; son todos esos ahora proclaman que es deber patriótico acudir a unas elecciones regionales. No sé qué es más indignante si la acción en sí, o el tono de esta parranda de mequetrefes que andan haciendo encendidos llamados. Todos aseguran que la vía es participar en la payasada del próximo 25 de mayo. 

No es votar, es botar del poder y sus circuitos sucedáneos a la casta completa, chavista y opositora, que solo está velando por sus bolsillos.  Y no es con unas elecciones preñadas de fraudes que lo podremos hacer.

 

© Alfredo Cedeño  

viernes, diciembre 02, 2022

¿QUÉ FUE, ESTA NIÑA?

 

En esa Caracas que nací y crecí si algo tenía sabroso era el tono cantarino y casi gutural de sus mujeres, el admirado, pero no por eso menos mal hablado, de Francisco Herrera Luque, que en paz descanse, decía con gesto pícaro y carcajada postrera que las caraqueñas hablaban como si lo tuvieran adentro. Mi abuela, la vieja Elvira, no era la excepción. Ella, con ese tono al que hice referencia, tenía una frase con la que ponía en su sitio o zanjaba las discusiones con alguna de las “muchachas” de la familia, o gente amiga, soltaba: ¿Qué fue, esta niña?  Y en esas cuatro palabras se encerraba todo un mundo de significados que iban desde el desconcierto hasta el desdén.

Esa expresión es la que me viene a la mente cuando veo el zafarrancho de la heredera del comandante intergaláctico con Raimundo y Segismundo. Comenzó con el ser ese que dice gobernar en Carabobo, a raíz de su última mamarrachada en la que en un “comic” aparece junto al padre de la ya citada hija del piache de Sabaneta, y el bigote salsero.

Ella escribió en su cuenta en la plataforma del pajarraco azul: Simple: “La mejor manera de honrar al comandante Chávez, es siguiendo su ejemplo de vida, de humildad y entrega. NUNCA haciendo un grotesco video de unos tontos superhéroes. Es una falta de respeto a la memoria de mi padre!! CHAVEZ VIVE EN EL ALMA DE SU PUEBLO!!” No había pasado mucho rato cuando el prófugo Rafael Ramírez, aquel de voz ceceante y atiplada que  en octubre del 2006 se inmortalizó al decir en uno de sus vacuos y somnolientos discursos que PDVSA era “doja, dojita de adiba abajo”, saltó cual poseso a desmelenarse y anunciar en la misma plataforma social: “Cuenta con todo mi apoyo @Maby80 en la defensa de la memoria y obra del Comandante Chávez, a nosotros nos han perseguido y exiliado por hacerlo, pero él vive en su ejemplo y obra revolucionaria siempre al lado del pueblo. No pueden convertir su imagen en una grotesca mercancía.”

No había pasado mucho cuando la hija del gañán ripostó: “No quiero ni necesito el apoyo de un delincuente como usted. De mi opinión como hija no se guinde para sus proyectos personales. Defender la memoria de Chávez, USTED? Jajaja por favor!!!” Gracias a los acuciosos, o entrépitos, como solían decir los viejos en mi casa, se ha salvado las palabras del ilustre señor Damidez, porque ahora cuando usted busca en las redes el mencionado trino solo se encuentra: “Lo sentimos, ese tweet ha sido eliminado.”

Han surgido sesudos análisis de los que ven en esta pelea de lavanderas, y pido perdón a estas esforzadas –y muchísimo más honradas– trabajadoras, el fin de la unidad chavista. Aseguran los mas pontificales que este resquebrajamiento “bien puede costarles el poder”, y siguen a la deriva en unos razonamientos que permiten entender por qué la peste roja se mantiene con las pezuñas más que afincadas, diría atornilladas, en el ejercicio del gobierno. Buenas intenciones y pésimos resultados.

A la final, todo esto ha quedado en una versión de mal gusto, como todo lo de ellos, de aquella canción de la Sonora Matancera en la que Songo le dio a Borondongo, y este a Bernabé, quien luego le dio a Muchilanga, quien la remato dándole a Burundanga porque se le hinchan los pies.

 

© Alfredo Cedeño  



viernes, noviembre 25, 2022

ABERRACIONES A LA CARTA


El Diccionario de la lengua española, hijo predilecto de la Real Academia Española, es bien preciso al definir lo que es una distopía, y se los copio a continuación: distopía: “Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”  ¿Se le ocurre a usted alguna palabra que represente mejor en lo que se ha convertido nuestro país? Tal vez sea hora de proponerle a la RAE que agregue un colofón a tal definición. Bien podría ser algo así como: “Se pueden ver ejemplos de dicha situación en Venezuela, así como en Cuba, lugar de origen de tales situaciones.”

La red de supercherías y tracalerías de todo orden y concierto a la que nos ha acostumbrado las élites criollas es digna de cualquier mente enfebrecida generando una novela negra surrealista. Es así como vemos la inauguración de tiendas fastuosas, concesionarios de autos de altísima gama –sólo falta que la muy flemática y británica Rolls Royce anuncie que volverá a abrir su tienda en Chacaíto–, fiestas de un tronío que ya hubiera querido un maharajá de la India. Pero de todas ellas la que se ha lucido de manera impecable es la que aglutina a la dirigencia política venezolana.

Llevamos años oyendo la cantaleta del diálogo con una persistencia digna de mejores causas. Han sobrado los defensores, por no decir alcahuetas, a los que creo sería más apropiado tildar de cabrones, de tales diligencias. En público y en privado he visto desmelenarse a más de uno clamando por la necesidad de negociar, una de las frases más manidas ha sido algo así como: O nos sentamos o nos matamos.

Mientras tanto la gavilla gobernante, que se sabe dueña de la ubre petrolera, sigue asesinando a todo aquel que se convierte en una amenaza seria a su reinado. Saben que con su bestialidad crean temor en la ciudadanía, amén de advertir así a cualquier díscolo que pretenda exigir unas reglas de juego distintas a las que ellos nos imponen. En cuanto a los organismos internacionales saben muy bien, Cuba, su experimentada tutora, le ha enseñado que son grupos de inútiles que hablan demasiado y hacen muy poco, así que cortar cabezas o matar a uno que otro alborotador no va a pasar más que de una eventual reconvención sin consecuencias. De supuestas intervenciones militares nada que hablar, ya el gallinero mundial está pre-alborotado   ante cualquier intento de la bestia imperialista.

Por todo esto es que no resulta nada extraño que Jorge “sonrisita” Rodríguez haya anunciado que a la mesa de dialogo gobierno oposición se incorporará en su lugar la muy sabrosa Camila Fabri, esposa de Alex Saab. ¿Qué vaina es esa? ¿Una extranjera, mujer de un extranjero, como cabeza de la misión del gobierno venezolano en las negociaciones sobre Venezuela? Y para corolario anuncia el Maquiavelo criollo que eso será mientras el barranquillero se incorpora a la mesa de negociación. Lo cual nos hace inferir que es cuestión de días que el ilustre embajador sea liberado para irse a México a representar al gobierno venezolano.

Me imagino que Saab habrá incluido entre sus exigencias que sea alojado, a costas del presupuesto venezolano, como tiene que ser, en el Moon Palace Cancún, al lado de playa Delfines. Es lo menos, ¿no creen ustedes?, que merece este mártir de la revolución que tan vilmente ha sido atropellado por los nefastos poderes que se oponen al triunfo de la revolución bolivariana.

Lo más pervertido de toda esta maroma es que la llamada delegación opositora soporta con gesto amable, y mansedumbre absoluta, semejante despropósito. Ya lo he dicho en otras ocasiones, pero no puedo dejar de repetirlo: ¿En manos de quién estamos?

 © Alfredo Cedeño  



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